Más allá de la adicción y la abstinencia: sanar la herida de exclusión
- Afouteza Coaching

- 3 sept
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 sept

Ser excluidos es uno de los daños emocionales más profundos que puede experimentar una persona.
Desde los primeros años de vida necesitamos sentirnos parte de algo más grande que nosotros mismos. Necesitamos amor relacional: vínculos que nos sostengan, que nos hagan sentir vistos, comprendidos y valiosos.
Este amor relacional no es lo mismo que el amor romántico. Es la base que nos permite crecer con seguridad emocional y construir una identidad sana.
La herida de exclusión en la infancia
Cuando un niño o una niña se siente rechazado, ignorado o incomprendido, no solo experimenta tristeza. Vive un dolor tan intenso que puede marcar su manera de relacionarse consigo mismo y con el mundo durante toda la vida.
Este sufrimiento temprano no siempre encuentra un cauce saludable. Muchas veces, en la adolescencia o adultez, buscamos formas de aliviarlo a través de adicciones: sustancias, trabajo, comida, compras compulsivas, redes sociales… cualquier vía que reduzca momentáneamente la sensación de vacío o rechazo.
La adicción no es el verdadero problema
Aunque solemos poner el foco en la adicción, lo cierto es que esta es solo la superficie. La adicción funciona como un parche, una estrategia de supervivencia para sostener un dolor más antiguo: el de la exclusión, la falta de amor relacional o el sentimiento de no pertenecer.
Por eso, centrar la terapia únicamente en la abstinencia no basta. La abstinencia puede ser un paso necesario, pero no resuelve el origen del malestar. Si no atendemos la herida inicial, la compulsión puede transformarse, reaparecer o sustituirse por otra.
El verdadero objetivo de la terapia
La psicoterapia busca algo más profundo:
Reconocer y validar el dolor que hubo en la infancia.
Poner palabras a experiencias de rechazo o incomprensión.
Acompañar la transformación de esa herida en un nuevo sentido de pertenencia.
Reaprender a vincularnos desde la autenticidad y el cuidado.
Aquí es clave recordar que la persona debe estar siempre en el centro, sin estigmas, mirada punitiva ni etiquetas que reduzcan su experiencia. Escuchar en términos afectivos, con respeto y empatía, es lo que facilita de verdad el proceso terapéutico.
Un camino de vuelta a ti
La exclusión deja huellas, pero también puede abrir caminos de crecimiento cuando es acompañada desde la psicoterapia. La abstinencia puede marcar el inicio del viaje, pero el destino es mucho más grande: recuperar la capacidad de amar, confiar y pertenecer.
En Afouteza acompañamos en este proceso desde un enfoque integrador de coaching, counselling y psicoterapia centrada en la persona, para que cada persona encuentre un espacio seguro donde sanar la herida de la exclusión y recuperar la libertad interior.






Comentarios